Incluso en pleno centro, no es difícil descubrir el "pulmón verde" de la ciudad catalana, que ofrece a sus habitantes y turistas hermosos parques, para el relax de los grandes y los juegos de los pequeños. Se aconseja el Parc de la Ciutadella, el mayor de la ciudad, que se extiende en 30 hectáreas junto a la Estación de França e incluye un lago navegable, varios museos y un jardín zoológico. El Parc Joan Mirò dedica todo un nivel a la naturaleza y otro al gran artista catalán, del cual conserva una obra gigantesca; de la plaza de cemento se llega rápidamente a la Colina del Montjüc, otra área destinada al relax y a la diversión. El itinerario incluye, además de los jardines temáticos, parques de diversiones y museos.

Catalán de pura sangre, Antoni Gaudì nació en Tarragona pero eligió la cercana Barcelona como teatro de su vital y creativo arte. La ciudad, que no le escatimó sus críticas y su desaprobación por sus grandiosos -pero a veces alucinantes- proyectos, conserva numerosas obras del genial maestro del Modernismo. Desde la majestuosa Sagrada Familia a la absurda Casa Batllò y la curvilínea Casa Milà (llamada la Pedrera): el turista que desea conocer a uno de los protagonistas del Novecientos a nivel mundial, dispone de una enorme variedad de obras. Una etapa obligatoria para conocer a Gaudì es, indudablemente, el Parc Güell, proyecto incompleto de una ciudad-jardín con arquitecturas liberty y sinuosas; en la entrada se pueden observar coloreadas lagartijas, que sorprenden al turista.

Entre los numerosos personajes nacidos en Barcelona o que han sido adoptados por ella, debemos recordar algunos que explican plenamente la vivacidad cultural de la ciudad en el Novecientos. El primero es Joan Mirò, "hijo legítimo" de la capital catalana, que ha sembrado sus obras en la ciudad, del cual se pueden visitar el Parque y la Fundación; el segundo es Pablo Picasso, andaluz de Málaga, que se trasladó a esta ciudad durante su "período azul" y cuyas obras juveniles están expuestas en un hermoso museo. El panorama narrativo actual se enriquece, además, con la presencia de dos barceloneses de pura cepa: Manuel Vásquez Montalbán (el creador del inspector Pepe Carvalho) y Eduardo Mendoza.

Cuando se piensa en España, se recuerda el ritmo y la pasión del Flamenco; sin embargo, si se desea bailar "a la catalana", la danza que se debe aprender es la Sardana: es suficiente tomarse de la mano hasta formar un círculo y seguir los movimientos del "bailarín guía", al ritmo lento de una música de flautas y tambores. La Sardana se baila improvisando en las plazas de la ciudad y es abierta para todos: un elogio a la fraternidad catalana. Estas danza típica regional ha merecido un monumento en la colina del Montjüc. Otra expresión del alma catalana está representada por las fiestas populares que, en el transcurso del año, se realizan en Barcelona y sus alrededores, la más famosa de las cuales es la dedicada a la Mercè. Los festejos para la Virgen de las Mercedes comienzan el 24 de septiembre y duran cuatro días, en un festival de juegos pirotécnicos, desfiles y ferias. Ésta es también una buena ocasión para participar y apasionarse en los desafíos de "castells": torres humanas cuyos pisos (que pueden ser hasta nueve) están formados por robustos y valientes hombres. Típicamente española es la corrida, y una de las Plazas de Toros más importantes es –precisamente- la de Barcelona. El evento se realiza los domingos, desde el período de Pascua hasta el mes de octubre.

Cuna de campeones famosos y de equipos legendarios, Barcelona ha consagrado su fama de ciudad deportiva gracias a la perfecta organización de los Juegos Olímpicos de 1992, que mostró al mundo una ciudad dotada de modernas estructuras, capaces de alojar todo tipo de eventos. Barcelona es, en particular, una ciudad con vocación futbolística, con estadios enormes y legendarios (Montjüc y Camp Nou) y un equipo siempre protagonista del fútbol europeo.
Quien desea concederse una jornada de "fútbol espectacular" no puede faltar a la cita con el principal desafío del campeonato -y de las varias copas españolas- entre el equipo "blau–grana" del Barcelona y el Real Madrid. Pero también son numerosas las ocasiones de diversión para

quienes no aman particularmente los partidos de fútbol: en este caso, la meta ideal para pasar la tarde con alegría es la colina del Tibidabo, que surge al norte de la ciudad. Desde sus 500 metros se puede apreciar –durante los días claros– el espléndido panorama de la ciudad, mientras que en sus más de 7000 hectáreas de extensión se pueden visitar un parque de diversiones, un museo y una iglesia gótica.